Trastornos neurocognitivos más comunes: abordaje desde la neuropsicología
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Los trastornos neurocognitivos más comunes constituyen un desafío creciente en el ámbito clínico, especialmente ante el envejecimiento poblacional y el aumento de enfermedades asociadas. Estos trastornos afectan funciones esenciales como la memoria, el lenguaje, la atención y las habilidades ejecutivas, con consecuencias directas en la autonomía y calidad de vida de los pacientes. El presente artículo ofrece una visión general de estas condiciones, con un enfoque práctico desde la neuropsicología, para proporcionar a los profesionales herramientas efectivas de evaluación e intervención.

¿Qué son los trastornos neurocognitivos?
Los trastornos neurocognitivos son condiciones que implican un deterioro significativo en funciones cognitivas como memoria, lenguaje, atención, percepción, funciones ejecutivas o socialización, con un inicio generalmente adquirido. Pueden clasificarse en tres grandes grupos según el DSM‑5: delirium, trastorno neurocognitivo leve y mayor (o demencia).
Principales trastornos neurocognitivos
Trastorno neurocognitivo leve (déficit cognitivo leve)
Caracterizado por un deterioro sutil pero detectable en funciones cognitivas, como memoria o atención, que no interfieren significativamente con la vida diaria. Afecta al 10‑20 % de los mayores de 65 años y entre un 5‑17 % evoluciona anualmente a demencia.
Demencias (trastornos neurocognitivos mayores)
- Enfermedad de Alzheimer: responsable del 65 % de los casos, con síntomas iniciales de olvido, desorientación y progresión a pérdida de autonomía
- Demencia vascular: tras ACV o microinfartos, con alteraciones motoras y cognitivas.
- Demencia con cuerpos de Lewy: alucinaciones visuales, parkinsonismo y fluctuaciones atencionales.
- Demencia frontotemporal: desde los 45‑65 años, alteraciones conductuales y del lenguaje.
- Otras: Parkinson con demencia, demencia por Huntington, hidrocefalia normotensiva, Wernicke‑Korsakoff.
Delirium
Curso agudo y fluctuante, asociado a hospitalizaciones, infecciones o fármacos. Se caracteriza por confusión, desorientación y alteración del nivel de conciencia.
Impacto funcional y emocional de los trastornos neurocognitivos

Desde la perspectiva de la neuropsicología, el impacto de los trastornos neurocognitivos más comunes puede analizarse en tres grandes dimensiones:
Deterioro de las actividades de la vida diaria (AVD)
Las funciones cognitivas, memoria, atención, lenguaje, funciones ejecutivas y visoespaciales, son esenciales para llevar a cabo tareas cotidianas. Cuando estas habilidades están deterioradas, se presenta:
- Pérdida de autonomía: dificultad en actividades básicas como vestirse, alimentarse o asearse.
- Riesgos para la seguridad: olvidos que pueden conllevar a accidentes en el hogar o fuera del entorno.
- Capacidad reducida para el manejo de responsabilidades cognitivas: como administrar el dinero, el tratamiento médico o realizar recomendaciones complejas.
Alteraciones emocionales y conductuales
La afectación cognitiva va acompañada frecuentemente de cambios del estado de ánimo y del comportamiento. Son frecuentes:
- Depresión, ansiedad y apatía: hasta un 50 % de los pacientes con párkinson, Alzheimer o demencia presentan síntomas emocionales, incluyendo apatía, fatiga o anhedonia.
- Disregulación emocional: respuestas desproporcionadas, llanto fácil, irritabilidad, dificultades para reponerse tras emociones intensas.
- Trastornos conductuales: agresividad, cambios de personalidad y síntomas psicóticos, en especial en fases avanzadas.
Impacto social y en la red de apoyo
La repercusión no solo afecta al propio paciente:
- Aislamiento social: se reduce la interacción con su entorno al disminuir habilidades comunicativas o debido a vergüenza por los olvidos.
- Carga familiar y del cuidador: la dependencia y los cambios conductuales generan estrés, deterioro emocional y aumento de síntomas ansioso-depresivos en los cuidadores.
- Costes sociosanitarios: mayor necesidad de supervisión, seguimiento clínico y adaptaciones en el entorno, lo que ocasiona un aumento de los recursos y servicios requeridos.
Evaluación neuropsicológica
El neuropsicólogo emplea baterías específicas que valoran dominios cognitivos clave:
- Dominio ejecutivo. Funciones como planificación, inhibición y flexibilidad mental, evaluados mediante test como Stroop o Trail Making.
- Memoria y aprendizaje. Uso de pruebas para memoria verbal y visual; diferencias entre Alzheimer y otras demencias.
- Atención, lenguaje y funciones visoespaciales. Exploración de déficit de atención compleja, afasias, agnosias y apraxias.
Intervención neuropsicológica
La intervención neuropsicológica en trastornos neurocognitivos es una práctica compleja y personalizada que busca restaurar o potenciar las capacidades cognitivas dañadas, así como mitigar sus efectos funcionales y emocionales. Su enfoque es multidimensional, combinando estrategias basadas en la evidencia con adaptaciones al contexto y la etapa evolutiva del paciente.
Rehabilitación cognitiva y entrenamiento metacognitivo

La rehabilitación cognitiva implica programas estructurados de ejercicios diseñados para mejorar funciones como atención, memoria de trabajo, flexibilidad mental, planificación y ejecución.
- La terapia de remediación cognitiva ha demostrado beneficios significativos en pacientes con lesiones cerebrales, esquizofrenia o TDAH, prolongándose varios meses tras la intervención
- Además, se emplean estrategias metacognitivas: el paciente aprende a monitorear sus procesos mentales y corregir errores, lo que posibilita transferir mejoras cognitivas a situaciones de la vida cotidiana .
Reentrenamiento atencional y sesgos cognitivos
- El reentrenamiento atencional enseña a desplazar la atención desde estímulos irrelevantes o amenazantes hacia lo deseado, siendo eficaz en casos de negligencia unilateral, TDAH o trastornos de ansiedad con sesgos atencionales.
- Las intervenciones de modificación de sesgos cognitivos, basadas en técnicas informáticas, han demostrado mejorar la ansiedad social y reducir antojos en adicciones .
Estrategias conductuales y ambientales
La intervención neuropsicológica también implica:
- Reestructuración del entorno: diseñar rutinas y espacios que reduzcan el estrés y minimicen los desencadenantes de comportamientos desadaptativos.
- Técnicas conductuales para hábitos funcionales: por ejemplo, el entrenamiento de respuesta competitiva (como en Habit Reversal Training) ayuda a gestionar tics, estereotipias u otras conductas repetitivas.
Apoyo emocional y psicoeducación
El abordaje no se limita a lo cognitivo: incluye también aspectos emocionales y relacionales, especialmente en fases tempranas o avanzadas de deterioro.
- Psicoeducación y validación emocional: terapias como reminiscencia y validación mejoran la adaptación emocional en pacientes con demencias .
- Apoyo a cuidadores: instruir a los cuidadores sobre necesidades insatisfechas del paciente (modelo de Cohen‑Mansfield) o aplicar modelos empíricos (Newcastle Model) mejora el bienestar familiar y reduce la carga emocional.
- Psicoterapia adaptada: una versión de la TCC enfocada en ansiedad, depresión o ajuste al diagnóstico de demencia (p. ej., demencia temprana) puede aliviar síntomas emocionales y mejorar aceptación .
Estimulación cognitiva funcional
- La estimulación cognitiva, mediante actividades estructuradas como lectura, juegos de memoria o programas informáticos, retrasa el deterioro cognitivo y estimula las funciones ejecutivas y sociales.
- Los programas comunitarios, ya sea individualmente o en grupo (p. ej., REHACOG), ofrecen apoyo integral también a personas con deterioro leve o grave, y a sus cuidadores
Desafíos actuales y perspectivas
- Detección temprana en estadios prodrómicos.
- Tecnologías aplicadas a evaluación y rehabilitación (apps, realidad virtual).
- Adaptación de intervenciones a diversidad cultural y social.
- Formación continuada de profesionales en nuevas evidencias y herramientas.
El reconocimiento y manejo de los trastornos neurocognitivos más comunes desde la neuropsicología es fundamental para preservar autonomía, bienestar emocional y calidad de vida. Una intervención efectiva requiere evaluación precisa, apoyo familiar, intervención multidisciplinar y adaptación a recursos innovadores.
