Intervención psicológica en niños con miedo excesivo: técnicas prácticas
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Psicología Clínica
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El miedo es una emoción adaptativa esencial durante la infancia, pero cuando se convierte en excesivo, persistente o desproporcionado, puede interferir significativamente en el bienestar y desarrollo del niño. Situaciones como ir al colegio, dormir solo o enfrentarse a nuevos entornos pueden convertirse en fuentes de angustia paralizante. En estos casos, la intervención psicológica en niños con miedo excesivo es crucial para devolverles seguridad, confianza y disfrute del mundo.
Este artículo está dirigido a profesionales y estudiantes de psicología y pedagogía. A lo largo del texto exploraremos las causas comunes, los enfoques terapéuticos más eficaces y técnicas prácticas que pueden aplicarse en consulta. También se incluyen ejemplos clínicos y recursos accesibles para fortalecer tu práctica.

Comprendiendo el miedo excesivo en niños
¿Qué se considera un miedo excesivo?
Algunos miedos son normales en etapas tempranas (como miedo a la oscuridad o a separarse de los cuidadores). Cuando estos miedos son:
- Persistentes más allá de la etapa evolutiva esperada.
- Desproporcionados respecto al estímulo temido.
- Impactan actividades diarias (cole, alimentación, juego).
- Provocan angustia intensa o evitación marcada.
Entonces hablamos de miedo excesivo, que puede estar asociado a trastornos como la fobia específica o el trastorno de ansiedad por separación.
¿Por qué ocurre?
Factores implicados:
- Temperamento sensible o inhibido.
- Modelaje parental ansioso o transmisión de temor.
- Experiencias previas adversas.
- Vulnerabilidad biológica o altos niveles de estrés.
- Dificultades de regulación emocional o habilidades sociales incipientes.
Una detección precoz permite intervenir antes de que el miedo limite habilidades sociales, académicas o familiares.
Enfoques eficaces en la intervención psicológica

Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
Es el enfoque más respaldado por la evidencia en casos de miedo infantil. Sus componentes incluyen:
- Psicoeducación adaptada a niños y familias: hablar sobre el miedo y normalizarlo.
- Jerarquía de exposición gradual: construir una escalera de temores desde lo menos hasta lo más intenso.
- Entrenamiento en relajación y respiración: enseñar técnicas de autocontrol emocional.
- Reestructuración cognitiva con lenguaje infantil: “¿qué le dirías a un amigo si tuviera este miedo?”
Terapia basada en Mindfulness
Adaptada a niños mediante juegos y ejercicios sensoriales. Se promueve una atención amable a pensamientos y emociones, sin juicio. Les ayuda a observar el miedo como algo pasajero, no como parte de su identidad.
Técnicas de Juego Terapéutico
El juego es el medio natural en el que los niños expresan su universo emocional. Actividades como:
- Títeres o muñecos que “tengan miedo”: permiten proyectar y ensayar respuestas desde la distancia.
- Dibujos o relatos simbólicos: ayudan a nombrar el miedo y visualizar transformaciones.
Terapia familiar e inclusión escolar
Involucrar a familiares y docentes como co-terapeutas refuerza la intervención:
- Educar a la familia sobre cómo acompañar sin minimizar ni sobreproteger.
- Informar al colegio para adaptar transiciones, reforzar progresos y evitar consecuencias negativas.
Técnicas prácticas y ejemplos clínicos

Las intervenciones psicológicas en niños deben ser concretas, visuales y adaptadas a su etapa evolutiva. A continuación, se presentan técnicas terapéuticas eficaces, explicadas con ejemplos aplicados que ilustran cómo se desarrollan en la práctica clínica.
Exposición jerárquica gradual
Técnica: Se diseña una “escalera de miedos” que va desde situaciones poco amenazantes hasta las más temidas. El niño va enfrentándolas de forma progresiva, mientras se refuerzan sus logros.
Ejemplo clínico:
Diego, 7 años, evitaba entrar solo al baño por miedo a monstruos imaginarios. Se comenzó pidiéndole que se quedara en la puerta abierta 30 segundos. Luego avanzó a entrar acompañado. Tras varias sesiones y refuerzos, logró usar el baño solo con la puerta entreabierta.
Respiración abdominal con visualización
Técnica: Se enseña a respirar profundamente, imaginando que se infla un globo dentro del abdomen. La respiración lenta activa el sistema parasimpático, reduciendo la respuesta de ansiedad.
Ejemplo clínico:
Alicia, 9 años, tenía miedo escénico al recitar en clase. Se entrenó con respiración del globo antes de cada exposición. Además, llevaba una pulsera como “recordatorio de calma”. Al tercer intento, pudo hablar sin lágrimas ni bloqueo.
Externalización del miedo
Técnica: Se le da al miedo una forma externa (como un monstruo, un dibujo o un objeto), lo que permite al niño observarlo y hablar de él con menos angustia.
Ejemplo clínico:
Martín, 5 años, dibujó al “Señor Tembleque” como su miedo a quedarse en casa sin su madre. En las sesiones, jugaba a esconderlo o a ponerle una “nariz tonta” para hacerlo menos amenazante. Ganó seguridad para estar solo media hora con su abuela.
Tarjetas de valentía
Técnica: Se crean pequeñas tarjetas con logros y avances: “Hoy fui valiente al ir al cole sin llorar” o “Hoy pregunté en clase sin miedo”. Estas se coleccionan y revisan al final de la semana.
Ejemplo clínico:
Clara, 6 años, temía a los perros tras una experiencia negativa. Cada vez que se acercaba a uno con su terapeuta, obtenía una tarjeta. En tres semanas, consiguió pasear con un cachorro en la mano de su padre.
Técnica del cuento personalizado
Técnica: Se crea un cuento donde el niño es protagonista, enfrentando situaciones similares a las que teme. Se modela un final positivo, reforzando la autoeficacia.
Ejemplo clínico:
Lucas, 8 años, tenía miedo a dormir fuera de casa. El cuento “Lucas y la noche mágica” narraba su aventura en casa de sus primos, enfrentando sombras con valentía. Tras varias lecturas, aceptó dormir una noche fuera con éxito.
Evaluación y seguimiento

Una intervención psicológica eficaz en niños con miedo excesivo no puede completarse sin una evaluación continua y sistemática. Este seguimiento permite objetivar los avances, detectar estancamientos y adaptar las estrategias de forma personalizada. Algunas herramientas clave incluyen:
- Escalas específicas para la evaluación del miedo infantil. Se utilizan instrumentos validados, como la Escala de Miedos en la Infancia, para registrar el nivel de ansiedad antes, durante y después del proceso terapéutico. Su aplicación periódica permite observar la evolución y ajustar los objetivos terapéuticos.
- Registros de exposición y reacciones emocionales. Mediante auto‑informes adaptados a la edad o registros por parte de cuidadores, se documentan las situaciones afrontadas, la intensidad del miedo experimentado (por ejemplo, en una escala de 0 a 10) y las estrategias empleadas para afrontarlo.
- Reuniones periódicas con la familia. Cada 3–4 semanas es recomendable realizar sesiones de revisión con padres, madres o tutores legales. Estos encuentros sirven para compartir logros, resolver dudas, reforzar el compromiso familiar e introducir ajustes que mejoren la eficacia del tratamiento.
Posibles desafíos y cómo abordarlos
En el proceso de intervención psicológica en niños con miedo excesivo, pueden surgir diversas dificultades que requieren una gestión cuidadosa y flexible por parte del profesional. Algunos de los retos más frecuentes y estrategias para abordarlos son:
- Resistencia del niño a la exposición. Es común que el menor evite enfrentar las situaciones temidas, incluso dentro del marco terapéutico. Para reducir esta resistencia, es fundamental aplicar una exposición gradual y adaptada al ritmo del niño, integrando elementos lúdicos o de juego simbólico que aumenten su motivación y sensación de seguridad.
- Inseguridad o sobreprotección familiar. Las familias, con la intención de proteger, pueden reforzar sin querer las conductas de evitación. La psicoeducación continua y el entrenamiento en refuerzo positivo ayudan a que los cuidadores comprendan el papel activo que juegan en la recuperación del menor.
- Generalización limitada de los logros. A veces, los avances que se observan en consulta no se trasladan fácilmente a otros contextos como el hogar o la escuela. En estos casos, es importante implicar al entorno educativo, planificar tareas entre sesiones y fomentar oportunidades de práctica en distintos escenarios.
- Dificultades en la expresión emocional del niño. Algunos menores, especialmente los más pequeños, pueden tener dificultades para verbalizar sus emociones o miedos. Aquí, el uso de técnicas como el dibujo terapéutico, los cuentos o el role playing puede facilitar la comunicación y el abordaje de contenidos emocionales de forma más accesible.
- Riesgo de abandono del proceso terapéutico. La falta de avances rápidos o la percepción de “retrocesos” pueden llevar a la familia a abandonar la intervención. Establecer expectativas realistas desde el inicio, celebrar pequeñas metas conseguidas y ofrecer espacios de escucha a las preocupaciones familiares son estrategias clave para mantener el compromiso terapéutico.
Conclusión: acompañar al niño desde la confianza y el empoderamiento
La intervención psicológica en niños con miedo excesivo debe estar fundamentada en técnicas prácticas, adaptadas y respetuosas. Integrar herramientas como la exposición gradual, el juego, la respiración y la narrativa no solo facilita la reducción del miedo, sino que promueve una identidad valiente, autónoma y resiliente. Como profesionales, tenemos la responsabilidad de brindar un acompañamiento estructurado, empático y transformador.
