Alteraciones del lenguaje oral en la infancia: tipos y señales de alerta
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La adquisición del lenguaje es uno de los hitos más complejos y relevantes en el desarrollo infantil. Desde los primeros balbuceos hasta las conversaciones elaboradas, el lenguaje permite al niño comunicarse, socializar, regular sus emociones y aprender. Sin embargo, no todos los niños siguen el mismo ritmo. En algunos casos, aparecen alteraciones del lenguaje oral en la infancia que pueden afectar significativamente su evolución cognitiva, emocional y académica.
Detectarlas a tiempo y saber diferenciarlas de las variaciones del desarrollo normativo es fundamental para una intervención eficaz. En este artículo, dirigido a profesionales de la psicología, logopedia y educación, exploramos los tipos más comunes de alteraciones del lenguaje oral, sus señales de alerta y orientaciones para su abordaje clínico y educativo.

¿Qué entendemos por lenguaje oral?
Antes de abordar las alteraciones, es importante definir qué es el lenguaje oral. Se trata del sistema de comunicación basado en signos orales, que incluye:
- Fonología: sonidos del habla.
- Morfología: estructura de las palabras.
- Sintaxis: reglas para combinar palabras.
- Semántica: significado de las palabras.
- Pragmática: uso del lenguaje en contextos sociales.
Una alteración en cualquiera de estos niveles puede dificultar la expresión o comprensión del mensaje, afectando la interacción del niño con su entorno.
Principales tipos de alteraciones del lenguaje oral en la infancia
Trastorno del lenguaje (TL)
Antiguamente conocido como TEL (trastorno específico del lenguaje), es una alteración persistente en la adquisición del lenguaje que no se explica por déficits sensoriales, intelectuales ni neurológicos. Las características son las siguientes:
- Retraso en la aparición del lenguaje.
- Frases mal estructuradas o incompletas.
- Léxico reducido.
- Dificultad para entender instrucciones complejas.
Trastorno fonológico

El niño presenta errores sistemáticos en la producción de sonidos, afectando la inteligibilidad del habla. Es distinto de un problema articulatorio, ya que implica dificultades en la organización de los fonemas. Ejemplos comunes:
- Sustituir /r/ por /l/ (“lopa” por “ropa”).
- Omitir consonantes (“ato” por “gato”).
- Reducir grupos consonánticos (“ota” por “brota”).
Dislalia funcional
Dificultad para pronunciar uno o varios fonemas sin causa orgánica aparente. Es habitual en etapas tempranas, pero si persiste más allá de los 4-5 años, requiere atención.
Tipos de dislalia:
- Dislalia interdental: sustituye /s/ por /z/.
- Dislalia rotacismo: dificultad con el fonema /r/.
- Dislalia sigmatismo: dificultad con el fonema /s/.
Disartria
Trastorno motor del habla causado por una lesión neurológica que afecta la musculatura implicada en la producción verbal.
Signos:
- Habla lenta o monótona.
- Articulación imprecisa.
- Voz débil o nasalizada.
Disfemia o tartamudez
Alteración en la fluidez del habla que implica repeticiones, bloqueos o prolongaciones involuntarias. Suele aparecer entre los 2 y 6 años. Las características son:
- Repeticiones de sílabas (“ma-ma-mamá”).
- Bloqueos al iniciar el habla.
- Tensión corporal o evitación del habla.
Señales de alerta según la edad
Una de las claves en la detección de alteraciones del lenguaje oral en la infancia es observar si el niño cumple con los hitos esperados para su edad. A continuación, se resumen algunas señales de alarma:
Antes de los 2 años
- No responde al nombre.
- No señala ni realiza gestos comunicativos.
- No emite balbuceos o palabras simples.
- Escaso contacto visual.
Entre los 2 y 3 años

- No forma frases de dos palabras.
- Usa un vocabulario muy limitado.
- Presenta dificultades para entender instrucciones sencillas.
- Omite o sustituye muchos sonidos.
Entre los 3 y 4 años
- Habla ininteligible para personas externas al entorno familiar.
- No estructura frases con sujeto-verbo-predicado.
- Se frustra al no poder comunicarse.
- Tiene dificultades para nombrar objetos o describir situaciones.
A partir de los 5 años
- Persisten errores fonológicos o sintácticos.
- No mantiene conversaciones coherentes.
- Presenta dificultades en la comprensión de relatos.
- Rechaza actividades comunicativas (leer, contar, hablar en grupo).
La detección precoz mejora notablemente el pronóstico. Una derivación oportuna al logopeda o psicólogo infantil es clave para iniciar una intervención temprana.
Causas posibles de las alteraciones del lenguaje
Las alteraciones del lenguaje pueden tener múltiples orígenes. En ocasiones, son idiopáticas (no se identifica una causa concreta), pero otras veces se relacionan con factores como:
- Factores hereditarios.
- Déficit auditivo (congénito o adquirido).
- Trastornos del neurodesarrollo, como TEA o TDAH.
- Retrasos cognitivos generales.
- Ambientes con escasa estimulación lingüística.
- Alteraciones neurológicas o metabólicas.
La evaluación diagnóstica debe ser siempre interdisciplinar y considerar tanto aspectos médicos como psicológicos y sociales.
Evaluación profesional del lenguaje oral
El proceso de evaluación debe contemplar diferentes dimensiones:
Evaluación del lenguaje expresivo y comprensivo
- Repertorio de palabras.
- Uso de estructuras gramaticales.
- Comprensión de instrucciones y relatos.
Evaluación fonológica y articulatoria
- Inventario de fonemas producidos correctamente.
- Análisis de errores sistemáticos.
- Evaluación motora de órganos bucofonadores.
Pruebas estandarizadas
- PLON-R: para niños de 3 a 6 años.
- CELF: para evaluar lenguaje receptivo y expresivo.
- Test de vocabulario en imágenes Peabody (TVIP).
Evaluación del entorno
- Observación de la interacción familiar y escolar.
- Estilo comunicativo de los cuidadores.
- Nivel sociocultural y acceso a recursos lingüísticos.
Intervención en alteraciones del lenguaje oral

La intervención debe ser personalizada, basada en el perfil del niño y centrada en sus potencialidades. Algunas estrategias comunes son:
Terapia logopédica
- Estimulación del lenguaje oral mediante juegos, canciones, cuentos y dramatizaciones.
- Ejercicios específicos de pronunciación y articulación.
- Reforzamiento positivo de la comunicación espontánea.
Trabajo en el entorno familiar
- Enseñar a los padres a modelar el lenguaje adecuadamente.
- Fomentar situaciones comunicativas cotidianas (por ejemplo, narrar lo que se hace durante el día).
- Leer cuentos juntos y comentar las historias.
Coordinación con el entorno escolar
- Adaptaciones en el aula para favorecer la comprensión.
- Trabajo conjunto con el equipo de orientación.
- Inclusión de pictogramas o apoyos visuales si es necesario.
El éxito de la intervención no depende solo de la terapia individual, sino de la coherencia y colaboración entre familia, escuela y profesionales.
Caso clínico: una historia real de detección temprana
Lucía, de 3 años y medio, acude a consulta por escaso vocabulario y dificultad para formar frases. Aunque comprende órdenes simples, su lenguaje expresivo es limitado y sus producciones son poco claras. En la evaluación se detecta un retraso fonológico y dificultades en la estructuración gramatical. Se inicia intervención logopédica semanal con orientación familiar.
Tras seis meses, Lucía amplía su vocabulario, mejora la pronunciación y es capaz de contar pequeñas historias. El acompañamiento constante de su familia y la colaboración del centro educativo fueron claves en su evolución.
En conclusión, las alteraciones del lenguaje oral en la infancia no deben ser minimizadas ni normalizadas con frases como “ya hablará” o “cada niño tiene su ritmo”. Aunque es cierto que existen variaciones individuales, también lo es que muchas dificultades no desaparecen solas y requieren intervención especializada.
Desde la psicología infantil y la logopedia, contamos con herramientas eficaces para detectar, evaluar e intervenir en estos casos. La clave está en la detección precoz, el acompañamiento familiar y un abordaje interdisciplinar que garantice al menor el derecho a comunicarse plenamente.
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