La Psicogerontología y su papel en el envejecimiento activo
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Psicología Clínica
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La Psicogerontología desempeña un papel primordial en la promoción del envejecimiento activo y saludable. El envejecimiento es un proceso natural, que se inicia de forma gradual y continua en la edad adulta temprana. No existe una edad específica que convierta a una persona en un adulto de edad avanzada, a pesar de que históricamente esta edad se ha situado en los 65 años, más por tradición que por un fundamento biológico.
Aunque cada persona envejece de una forma distinta, se experimentan ciertos cambios que son el resultado de procesos internos, es decir, del paso del tiempo en sí mismo. Es precisamente la edad cronológica la que se fundamente exclusivamente en ese transcurrir de los años; es la edad de una persona expresada en cifras. Es importante porque es capaz de vaticinar muchos problemas de salud, principales causas de pérdida funcional.
La edad biológica son esos cambios que se presentan con el paso de los años pero que afectan a algunas personas antes que a otras. Estas diferencias notables entre individuos de edad cronológica parecida se deben al estilo de vida, los hábitos y los efectos de algunas enfermedades.
Por último, la edad psicológica nos remite a cómo se comportan y se sienten las personas. Así, un adulto de unos 75-80 años que tiene proyectos, se ilusiona por acontecimientos futuros y participa en varias actividades se considera una persona joven psicológicamente hablando.
Del estudio del envejecimiento se encarga la Psicogerontología, ¿quieres saber más sobre esta subdisciplina? ¡Te lo contamos todo, a continuación!
Campo de actuación de la Psicogerontología
La Psicología de la vejez aborda las transformaciones cognitivas que experimentan las personas de edad avanzada. El profesional de la Psicogerontología actúa ante los problemas de salud que se asocian al envejecimiento: los trastornos mentales o neurológicos, así como las enfermedades que deterioran la salud del adulto mayor. Condiciones que afectan no solo a quienes la padecen, sino a su entorno más cercano.
Pero, sin duda, la labor principal del psicogerontólogo es potenciar el bienestar físico, psicológico y emocional de las personas mayores y de sus allegados (familiares y cuidadores); promover un envejecimiento saludable y trabajar con personas que no disfruten de esa calidad de vida.
Entre las funciones más comunes de las que se encarga esta especialidad se encuentran:
- Evaluación e intervención.
- Acompañamiento a las personas mayores.
- Desarrollo de programas psicoeducativos adaptados a este colectivo.
- Elaboración de informes periciales.
- Programación de acciones de mediación familiar.
- Diseño y gestión de planes de jubilación.
Envejecimiento saludable
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento saludable como “proceso continuo de optimización de oportunidades para mantener y mejorar la salud física y mental, la independencia y la calidad de vida a lo largo de la vida”. Asimismo, destaca que el envejecimiento saludable se inicia con ciertos hábitos positivos desde fases tempranas; entre estas rutinas se encuentran una alimentación equilibrada, el ejercicio físico o la no exposición a riesgos para la salud. Para la gran mayoría, mantener un óptimo estado de salud precisa de un mayor esfuerzo a medida que aumenta la edad. Consiste, en definitiva, en añadir “vida a los años” y no “años a la vida”.
Recomendaciones para envejecer activamente
Un estilo de vida saludable incluye:
- Alimentación sana adaptada a las necesidades nutricionales de este colectivo. Apostar por alimentos ricos en nutrientes (frutas y verduras, granos integrales, carnes magras, lácteos bajos en grasa, nueces…), evitar calorías vacías (refrescos, fritos, dulces, snacks…), beber líquidos suficientes y elegir comidas bajas en colesterol y grasas.
- Practicar ejercicio físico de forma regular, con actividades adaptadas a cada edad y estado de salud. Mantenerse activo evita enfermedades crónicas, favorece la movilidad y permite mantener un peso saludable.
- Mantener la mente activa y realizar actividades que mejoren la memoria (lectura, juegos, participación en debates, nuevos aprendizajes, etc.). No perder nunca la curiosidad por aprender.
- Priorizar la salud mental. Se recomienda practicar meditación, técnicas de relajación…así como atender a las señales de alerta, evitar situaciones de estrés y buscar ayuda profesional ante las dificultades que puedan presentarse. En definitiva, tener una actitud optimista frente a la vida.
- Relacionarse. Participar en actividades de ocio y disfrute: ir al teatro, visitar museos, viajar o hacer excursiones ampliará el círculo social y ayudará a conservar la ilusión.
- No olvidar los chequeos de salud regulares, así como tener conciencia de los medicamentos que toma.
- No fumar.
- Prevenir caídas, haciendo pequeños cambios en casa que eviten ciertas lesiones, como cambiar la bañera por un plato de ducha o adaptar la altura de algunos electrodomésticos.
- Aceptar el envejecimiento y aprender a disfrutarlo, así como sacarle partido al nuevo rol que se ocupa en la familia.